No todos vuelven. Y muchos menos regresan para medirse con lo que ya fueron. Porque enfrentarse al rival más incómodo —uno mismo— nunca es sencillo.
En Atlanta United, Gerardo Tata Martino no se prepara solo para ganar partidos en 2026. Se prepara para algo mucho más pesado: competir contra su propia leyenda. Volver al lugar donde fue héroe implica una vara altísima. Y un riesgo enorme.
Reconstruir un éxito que ya existió es, muchas veces, más difícil que crearlo desde cero. El Tata lo sabe. Ya lo hizo una vez, cuando levantó a Atlanta desde la nada y lo convirtió en potencia con las Cinco Bandas como sello de identidad.
Hoy el desafío es distinto. Es mirarse al espejo otra vez. Es intentar devolverle el alma a un equipo que la perdió por completo. Y el 2025 fue la prueba más clara de ese vacío.
La pregunta está planteada.
¿Qué tan grande es el desafío?
¿Puede Martino vencer a la versión más exitosa de sí mismo?
¿Atlanta necesita al Tata del pasado… o a uno completamente nuevo?
Un caso casi único en MLS
El elemento Tata, es un caso aparte, excepcional. Martino es uno de los pocos entrenadores que asume nuevamente en un club donde ya trabajó —antes, solo Dominic Kinnear había transitado ese camino con San Jose Earthquakes, además de los varios interinatos de Frank Klopas en Chicago Fire FC—, pero con una diferencia clave: es el primero en hacerlo después de haber ganado una MLS Cup en su primera etapa.
Y ese último punto, convierte su vuelta en una rareza, y a la vez en un desafío.
La vara que él mismo dejó
Sobre el papel, el desafío es incómodo.
Gerardo Martino no compite contra otros entrenadores ni contra la tabla de posiciones: compite contra la idea que él mismo instaló en Atlanta cuando armó a las Cinco Bandas originales.
Aquel Atlanta no fue solo un equipo campeón.
Fue un fenómeno.
En apenas sus primeros dos años como franquicia, ATLUTD pasó de ser una incógnita a convertirse en uno de los proyectos más dominantes, reconocibles y ruidosos de toda la MLS. Bajo la conducción de Martino, el club ganó:
- Conferencia Este 2018
- MLS Cup 2018
- Rompió récords ofensivos: Durante su primera etapa (2017-2018), Atlanta United registró la mayor cantidad de puntos (124), la mayor cantidad de goles (140) y la mejor diferencia de goles (+56) en la MLS.
- El segundo equipo en la historia de la liga en anotar más de 70 goles en temporadas consecutivas hasta ese entonces.
Un equipo del que todo el mundo habló
Pero los títulos o números, siendo muy importantes, explican solo una parte de la historia.
Él, creó un equipo con una identidad clara: fútbol atractivo-ofensivo, dinámico, con pases rápidos, transición rápida, presión alta y gran base física, con jugadores latinos talentosos en los que destacaron los sudamericanos Miguel Almirón -quién también volvió este año-, Josef Martínez, Yamil Asad, Héctor Villalba, Franco Escobar y Ezequiel Barco; todos parte, y algunos líderes, de un proyecto en el que 'Tata' era el cerebro de la operación...
Y un pionero en Atlanta y MLS.
Un pionero en la ciudad que convirtió al Mercedes-Benz Stadium en un ritual semanal con cifras de asistencia que pusieron a la liga en otra conversación. La ciudad respondió y la afición creció con todo ese fenómeno.
Martino creó una franquicia ganadora y con una idea que quedó instalada como estándar. Esa es la vara que dejó. Y también el espejo frente al que hoy se para Atlanta.
Ahora: El lienzo ya no está en blanco
La primera vez, Martino tuvo una ventaja que hoy no existe. Quizá eso hace más grande el desafío.
“En Atlanta me sentí como un chico jugando videojuegos. Armamos un equipo de la nada, y afortunadamente, todo funcionó”, dijo una vez. Para él mismo fue una oportunidad de iniciar todo desde cero, como si fuese el FIFA 17.
Atlanta era una franquicia nueva. No había historia, no había plantilla, no había inercias que respetar. Todo estaba por hacerse.
Ahora el escenario es otro.
Atlanta llega necesitado de reconstrucción, después de una temporada 2025 que expuso todas sus fracturas: resultados pobres, penúltimo en el Este (14avo), falta de identidad y una sensación persistente de equipo desconectado de su propia historia reciente, luego del fichaje récord de Emmanuel Latte Lath, la vuelta de Miggy, etc...
Ahora, ya no hay franquicia nueva.
Ya no hay lienzo en blanco.
Hay una plantilla armada, expectativas altas y una ciudad que sabe —porque ya lo vivió— cómo se ve un Atlanta competitivo de verdad.
Ahora no se trata de inventar una identidad, sino de reinterpretarla, con las mismas ideas futbolisticas y tácticas que el rosarino siempre ha tenido.
¿Cómo lo piensa Tata Martino?
Pista: no vino a repetir el pasado, pero tampoco a olvidarlo, así él mismo lo dijo.
En la rueda de prensa en el que se presentó por segunda vez como entrenador de Atlanta United, luego de dejar la liga en 2024, dejó claro que este no es el mismo proyecto, aunque la ambición sigue siendo la misma: "Este es un proyecto diferente al de mi primera etapa en el club. Sin embargo, con una excelente gestión y la colaboración de los jugadores, el cuerpo técnico y todos en el club, nuestro objetivo siempre será formar un equipo ganador que haga que nuestros aficionados se sientan orgullosos y bien representados cada vez que visiten el Mercedes-Benz Stadium".
Traducción rápida: competir, representar bien y devolverle sentido y pertenencia a la camiseta.
Y cuando habló de la gente dejó una idea clave, en las redes sociales de 'las Cinco Bandas': el pasado no se borra, se usa.
El ex Newell's expresó que no pueden desprenderse de lo que pasó: "Hay un vínculo muy fuerte con el club y la ciudad. La búsqueda será armar un equipo distinto, pero con características similares al que vieron hace algunos años”.
Y sabe lo importante que fue eso que tuvieron: "estábamos muy contentos con la identidad que teníamos entonces".
O sea: no nostalgia, sí identidad. No copiar-pegar, pero sí volver a reconocerse.
El Tata vuelve y la pregunta no es si Atlanta mira atrás… sino qué versión de sí mismo está listo para construir ahora.
El contexto importa: la MLS que vuelve a encontrar
Aquí aparece una diferencia central respecto a su primera etapa.
La MLS de 2026 no es la MLS de 2018.
Cuando Atlanta irrumpió en la liga, el gran referente competitivo era Toronto FC, campeón en 2017. Un equipo fuerte, pero dentro de una MLS todavía contenida, más pareja, menos atravesada por proyectos que aspiraban a dejar huella histórica, quizá el caso más cercano a esa época fue el de Seattle Sounders o LA Galaxy.
Hoy, el contexto es otro y está quizás un poco ligado con el Tata, en el sur de la Florida:
- Lionel Messi convirtió a Inter Miami —una franquicia joven y sin tradición ganadora— en un proyecto gigante, capaz de crear legado desde un lugar que antes parecía impensado. No solo ganó títulos: cambió la escala de ambición de la liga. Un reto que inició Tata en 2023, entrenando por tercera vez al astro argentino, luego de hacerlo en FC Barcelona y la Selección Argentina.
- A eso se suman otros proyectos que ya miran más allá del corto plazo: Son Heung-min en LAFC, Thomas Müller en Vancouver Whitecaps. Equipos que dejaron claro que buscan todo, y superestrellas del fútbol mundial.
- Desde Orlando City a New York City FC, pasando por Charlotte FC, Austin FC y Nashville SC, entre otros, los clubes de MLS tomaron mucho de la filosofía que implantó Martino en 2017 y 2018 en la versión original de Atlanta. Fue un club imitado, la fórmula del trabajo, la guía para muchos clubes, que hoy siguen aquellos lineamientos iniciales de desarrollar talento latino joven para que fructifique en los estadios de MLS.
Esa es la MLS que espera a Atlanta, quizá más exigente, más ambiciosa y más profunda.
Y por eso, el desafío del Tata es mayor: devolverle identidad a su equipo mientras la liga eleva su estándar competitivo.
Un equipo por terminar de armar
Atlanta tampoco llega a este nuevo ciclo desde la estabilidad. Llega desde la reconstrucción.
Martino hereda un plantel con nombres importantes como Miguel Almirón, de quién fue mentor cuando llegó a ATL, el portugués Pablo Amador, y jugadores como Latte Lath, con corte goleador, junto al talento europeo, como el de Alexey Miranchuk, y estadounidense que existe en la plantilla, pero todavía con ajustes por hacer.
Las primeras señales apuntan a una mezcla entre experiencia y desarrollo, con apuestas como la de Santiago Pita, joven formado en la academia, con descencia venezolana, portuguesa y estadounidense, como parte de una idea de proceso más que de soluciones inmediatas.
Armar el equipo de 2026 es su reto más cercano, pero ya dejó claro que los latinos serán parte fundamental: “Honestamente creo que los equipos que han tenido éxito en la liga cuentan con varios jugadores latinoamericanos que son la columna vertebral. En 2018, el grupo de jugadores estadounidenses era fuerte, y creo que ese equilibrio [entre jugadores internacionales y nacionales] es muy importante”.
El desafío real no es repetir
Entonces, ¿qué tan grande es el desafío? Enorme. No por lo que Atlanta es hoy, sino por lo que ya fue.
¿Puede Tata Martino ganarle a la versión más exitosa de sí mismo? Sí. Pero no imitándola.
Aquella versión fue espectacular, pero era otra MLS, otro equipo, otro club, y otra manera de pensar entre sus fans: una ciudad que ya no se conforma con competir, que quiere relevancia y coherencia, después de tener en sus primeros años.
Por eso, el desafío no es replicar la obra, sino hacerla evolucionar.
ATL necesita al Tata capaz de entender por qué ese pasado funcionó y cómo traducirlo al presente. Uno que conserve la esencia —protagonismo, intensidad, convicción— pero que sepa leer una liga distinta.
Éxito que pesa en la espalda
El problema —y el privilegio— es que Atlanta recuerda.
Entonces, ¿qué necesitan las Cinco Bandas?
Necesitan volver a ser reconocibles, en una liga distinta, y capaz hacer las cosas un poco diferentes puede ser la clave, o quizá mantenerse al propio estilo que los llevó a gloria años atrás en el primer ciclo del argentino, pero adaptable al contexto.
En 2026, hay varios proyectos que quieren ser “históricos”, y ahí, la identidad vuelve a ser el diferencial. Y en eso, Martino tiene ventaja: ya lo hizo una vez.
Atlanta no necesita el pasado como reliquia. Necesita al DT que entiende esta liga, este momento y este contexto. El espejo sigue ahí. Pero ya no exige que sea el mismo reflejo.
Porque repetir sería cómodo.
Pero evolucionar… eso sí sería ganarle a su propia leyenda.
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