Voces: Diego Valeri

El dueño del tiempo: segundo MVP para Lionel Messi | por Diego Valeri

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¿Qué mejor que un ganador de un MVP para hablar de quien acaba de ganar ese premio? Leo Messi hace historia al ser el primer futbolista de MLS en llevarse este reconocimiento individual en años sucesivos. Todo es historia, todo es récord, todo es brillante cuando interviene el rosarino. Messi manipula el tiempo para estar siempre vigente.

Otra vez lo supo conseguir. Convertirse dos años consecutivos en MVP de la Major League Soccer era un laurel que nadie había alcanzado aún. Iba a ser él: Lionel Andrés Messi. Sé que todos lo conocen, igual lo menciono otra vez porque me da alegría escuchar su nombre entre las páginas de la historia del fútbol norteamericano. Es el mejor, es argentino y juega entre nosotros.

Juega como si el mañana no importara y como si el pasado no tuviera ninguna relevancia. Pelea una pelota perdida en un córner cuando el partido ya está liquidado, discute un foul que a cualquiera puede pasarle desapercibido, se enfurece, se fastidia, se concentra, da órdenes, se exige y exige a los compañeros, se para, piensa, conduce, asiste, convierte, sonríe, abraza. Pone sus dones al servicio del equipo y del tiempo, como si fuera posible adueñarse de él.

Y sigue: una gambeta más, un toque más, otro caño. Otro gol, primer MVP, segundoMVP. Quizá podría seguir así eternamente, si el tiempo o estas palabras no tuviesen un final. Digo “quizá” porque, sin mala intención, esta clase de fenómenos engañan nuestros sentimientos y nos hacen creer que las emociones felices serán eternas, pero no es así. Igualmente, la gloria de Messi es como la de un Dios que lo da todo y no pierde nada. Al contrario: cuanto más da, más se enriquece y multiplica.

Podríamos caer en la tentación de pensar que a Dios y a Messi nada le cuesta multiplicar milagros, éxitos y alegrías. Lo cierto es que a Dios amar al mundo le costó la muerte y, por su lado, Messi deja la vida en la cancha. Somos testigos privilegiados de esta realidad cada fin de semana. Con sus treinta y ocho años, durante la temporadasuma largos y pesados viajes por este país y su equipo tiene el calendario más apretado de la MLS; además, recorre el mundo con la selección argentina desde Buenos Aires hasta Angola. Todos cargan sobre él la mirada, las responsabilidades y las expectativas, pero aun así anda ligero entre espacios reducidos y piernas rivales. Él siempre tiene que estar, él quiere estar. Con él, todo tiempo cambia.

Ese “todo” puede sonar demasiado, pero es una percepción real ya que esta clase de jugadores parecen cambiar toda la historia del fútbol conocido. Son tan inentendiblescomo el mismo tiempo. De hecho, la MLS es más joven que Messi: esta liga nació post Mundial 1994, cuando Estados Unidos fue consciente de que el deporte más hermoso del mundo debía tener lugar en la historia de este país inmenso. 1996, para ser exactos; Messi ya tenía nueve años y andaría gambeteando en las canchas de su Rosario natal. Poco tiempo después, se fue de Argentina con la incertidumbre de cómo la vida moldearía su futuro deportivo. Quizás, en esa etapa, el mismo ciclo incierto vivía la MLS acerca de cómo su gente recibiría este fútbol nuevo, que era nuevo acá y ya era viejo donde estaba Messi, en Barcelona. La temporada número 30 de la MLS, en vísperas de un nuevo mundial en estas latitudes, deja entrever que el fútbol norteamericano ya es una certeza.

El ciclo de Messi e Inter Miami

Cuando llegué a Portland en 2013, todo era juventud y esperanza, para mí y para el club, que transitaba su tercer año de vida en la MLS. Fuimos campeones en 2015, luego me eligieron como MVP en 2017 y empezó otro ciclo. El de un equipo más sólido y maduro que, con Gio Savarese, llegaba a las finales con normalidad: MLS Cup 2018, MLS is Back 2020, MLS cup 2021. En el Oeste fue el ciclo de Portland y Seattle. De hecho, ese 2021 fuimos derrotados por un NYCFC, que se moldeó de la misma manera. Equipos con excelentes jugadores, ultracompetitivos, pero sin dioses terrenales. Ya en 2022, Gareth Bale se elevó casi a otro planeta para meter ese cabezazo y dar el merecido título a LAFC, que empezó a marcar una era más “galáctica”. De hecho, volvió a meterse en la MLS Cup 2023, donde fue derrotado por las fuerzas del Columbus de Nancy.

Éste es el ciclo de Messi y de su Inter Miami, un equipo que tiene sólo cinco años de historia y ya es campeón de la MLS. Él se adueñó de este nuevo período con su “sí”. Con aquel tiro libre en el ángulo contra Cruz Azul; digo más, desde la primera pelota que tocó en su ingreso; digo más, en su primer cambio de ritmo con la camiseta del“rosita”. No creo prudente acumular números en este texto, porque la realidad es que Messi va más allá de cualquier métrica. Es su presencia, su faz, su aura. Su parada sobre la banda, con las manos en la cintura, levemente recostado sobre la pierna derecha. Mentón arriba, ojos encendidos apuntando a su próxima presa. Miren cómo lo toma la cámara, miren, miren sus pupilas con un hilo de fuego en el centro. Aun así, se lo ve calmo, templado. ¿Qué estará pensando?, ¿cómo saberlo? Su expresión más pura es jugar así como se respira, así como se come, se camina, se trota, se ama. Jugar para el bien, para la belleza y para un futuro con mejores futbolistas. Aquellos que lo vieron también sufrir derrotas y desilusiones hasta llegar a los tumbos a la gloria en la final de Qatar contra Francia. Donde deslizó entre tanta luz un sesgo de humanidad. Un sesgo bien argento, bien futbolero; lleno de tropezones, barro en los botines y, a la vez, tan sagrado como la bandera, el himno o la fe.

Poderoso y definitivo

Siempre que escribo sobre Messi, me voy por las nubes. Lo sé. No vayan a pensar que le echo culpa a Lionel. El problema soy yo que, cuando lo veo jugar, creo que puede haber alguien más allá de los mortales, esperando atrás del tiempo. Imprevisible y misterioso. Poderoso y definitivo. El más sencillo de los dioses. Lo vemos levantar su segundo MVP consecutivo, posa para la foto y el sol se refleja en su cara y en el trofeo. Sonríe con cautela. Una vez más vive coronado de gloria. Coronado de gloria vivirá.

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