En esta columna Diego Valeri habla de uno de los jugadores del momento en MLS: Pedro de la Vega. Como pasó con DV8, 'Pepo' se formó en la cantera del Club Atlético Lanús, uno de los cofres que atesora mayor riqueza en el fútbol formativo de Argentina. Tras compartir una temporada en el plantel de Lanús, el analista de MLS Season Pass Español sigue de cerca a De la Vega, ahora una de las figuras del mayor rival regional de 'los Leñadores'. El brillo granate habla del respeto, la admiración y el afecto que ambos se profesan. Te invitamos a leerla.
Apenas volví de Portland a Lanús, allá por enero del 2022, pensaba mucho en cómo sería reencontrarme con el club después de diez años. Yo siempre fui el mismo, o eso creo. Al menos, desde que me dijeron que ya era adulto, intenté mantener los valores que me formaron como persona en ese mundo donde viví casi todos mis días jóvenes. Ahora el “Pelusa” que volvía al predio era el veterano que se había ido a tierras extrañas, quizá aparentemente poco futboleras, pero le había ido bien. No podía ni tenía que ser el mismo chico de las inferiores. A pesar del paso del tiempo, con la camiseta granate, me sentía todavía un nene. Por esta razón fue que, durante la pretemporada, lo que más disfrutaba eran las sobremesas con los pibes.

El Club Atlético Lanús tiene una de las mejores canteras del fútbol argentino. Como suele pasar cada año, aquel plantel de primera, dirigido por Jorge Almirón, estaba lleno de jugadores provenientes de inferiores, entre ellos, Pedro de la Vega. Era dificil ver a Pepo (el apodo de Pedro de la Vega) sin la sonrisa en la cara cada día. Enérgico, entusiasta y competitivo. Cálido, atento, pícaro. Yo sólo lo había visto por TV desde que apareció sorprendiendo a todos con apenas diecisiete años, a pura gambeta y cambio de ritmo. Atrevido. Tanto como para sentarse a almorzar a la mesa con Mirtha Legrand, la presentadora del show más legendario de la TV argentina. Lo admiraba sin conocerlo en persona. Luego pasé a quererlo.
En los entrenamientos, me imaginaba tirando una pared con Pepo en un partido oficial, analizaba cómo complementarnos mejor según nuestras características. Después de los almuerzos, charlábamos de la vida, de fútbol, de la MLS. Entre esos pibes había un interés por el fútbol del norte que en el Lanús de mi infancia no existía. Me alegraba que quisieran saber por la vida en Estados Unidos, pero más disfrutaba compartir momentos –un partido de truco en las concentraciones, un viaje, un asado– y, sobre todo, disfrutaba escucharlos. En el último amistoso de la pretemporada tuvimos minutos en campo y nos entendimos muy bien. Pero el fútbol logró oscurecer su aura alegre rompiéndole el ligamento cruzado de la rodilla derecha. Me cuesta entenderlo, aunque sé por experiencia que el dolor purifica el corazón y en general nos fortalece.

Pasaron nueve meses y Pepo estaba listo para volver a jugar. Esta vez, lo que nos impidió compartir cancha fue la cruel e inevitable realidad del paso del tiempo. Ya como ex futbolista, volví a Portland y, al poco tiempo, surgió el interés de Seattle Sounders por Pedro De la Vega. Me hubiera gustado verlo con cualquier otra camiseta de la MLS y no justamente con la del rival histórico de Portland, pero era una buena noticia tenerlo a un par de horas manejando desde mi casa. Además, mal que me pese, Sounders es uno de los equipos más ganadores del fútbol de Norteamérica.
Apenas llegó fui a verlo hasta Seattle y nos pusimos al día. Lo noté más maduro que aquel Pepo de Lanús, pero le advertí que el fútbol de Estados Unidos y, específicamente el del Noroeste, es un juego diferente al argentino. Desde la televisión o la tribuna, todo se ve más fácil de lo que parece. Campos sintéticos, viajes pesados, cambios de clima y mundos diversos en un torneo tan largo como enormes son las distancias de la cancha en un partido de ida y vuelta sin mediocampo. La mayoría de los juegos iban a ser así, y él debía adaptarse. Además, a diferencia de la MLS a la que me había tocado arribar en 2013, este tiempo emelesero viene marcado por mucha más inversión sobre los planteles, como en el caso de Inter Miami, FC Cincinnati, Atlanta United y LAFC.
Sufrí con Pepo cuando en el arranque de la temporada 2024 comenzó a tener diversas lesiones; le costaba acomodarse en el equipo porque se volvía a resentir una y otra vez. Le comenté que yo también había tenido lesiones importantes los dos primeros años en Portland, que no todo había sido como lo esperaba, más allá de haberme adaptado con mayor facilidad al rol para cumplir expectativas. Claro, no era la primera vez que salía a jugar fuera de mi país; Pepo sí. Eso siempre puede llevar más tiempo para agarrarle la mano a cómo actuar con los pies. El futbolista debe centrarse en buscar una zona de confort dentro del equipo para dar lo mejor de sí. No todo en la vida debe girar en cumplir las expectativas de los demás porque hayan pagado por eso. Aunque él se esforzaba en demasía por estar a la altura de lo que exige el funcionamiento de un equipo bien organizado, todavía no podía desplegar su capacidad para marcar la diferencia cuando tenía la pelota.
Recuerdo que, en nuestras charlas de mate en Portland, tocábamos el tema de cómo encontrar un posicionamiento en el campo que armonice su rol en defensa, pero que a la vez le permita estar lúcido en las secuencias de ataque. Área en la que justamente él iba a ser juzgado como jugador franquicia. Lo notaba preocupado por no conseguir destrabar la situación, aunque esta vez, a pesar de las lesiones crónicas y de las críticas del ambiente, nunca dejó de sonreír. Transmitía en todo momento ese brillo alegre que despliega en su personalidad formada con el barro de las canchas lanusenses. El color granate de la camiseta de Lanús puede parecer medio opaco. Las apariencias engañan. Quienes vivimos con esos colores en el corazón sabemos bien qué tipo de oro es el que más vale. Nunca dejamos de jugar –y pelear, si es necesario– para cambiar las realidades adversas.
En persona, volví a ver a Pedro después de la final de la conferencia del Oeste del año pasado. Seattle cayó derrotado uno a cero por LA Galaxy, campeón vigente de la MLS. Los Sounders hicieron un gran partido y Pepo también cumplió, aunque no pudo tener impacto directo en el resultado. De todas maneras, ese momento fue una muestra de lo que pasaría en esta temporada, especialmente en la edición de Leagues Cup 2025.
Pepo ya venía sumando buenos rendimientos en temporada regular. Los primeros partidos de Leagues Cup, el torneo para clubes de MLS y LIGA MX, destrabaron el yugo que arrastraba. Se movió con frescura en el frente de ataque, sobre todo a pie invertido en la banda izquierda; fue peligroso tanto en el desborde por afuera como cortando hacia adentro. Todo esto sin dejar de ser lo suficientemente combativo como lo exige la forma de jugar de su equipo. El gol de Pepo a Cruz Azul es nivel Premio Puskás, y ese 7 a 0 será recordado por mucho tiempo, tanto como la coronación frente a Inter Miami.
Seattle Sounders es el campeón de la Leagues Cup 2025, y con toda justicia. Brian Schmetzer suma a las vitrinas de su club el único título de Norteamérica que le faltaba, y Pepo gana el primero con la camiseta de los Sounders. Desde la cabina lo veo subir al escenario, lo premian MVP del torneo y le cuelgan la medalla de campeón. Sonríe con mesura. Entiende que, ante todo, ganó la batalla interior: no dejarse hundir por lo circunstancial. Ser la clase de persona que uno anhela ser. La única que se queda con vos cuando la carrera termina. El humo de la celebración y de los fuegos artificiales va flotando por la cancha hacia donde todos los jugadores levantan la copa. Pedro posa una vez más para la foto. El trofeo se ve un poco nublado por el ambiente. No importa. El brillo granate no reluce sólo en los premios y en los honores: está vivo en quienes desean darle vida.
De la Vega y sus Sounders regresan a la acción el domingo, con su visita a Austin FC en el Sunday Night Soccer de la jornada 35 de MLS el 21 de septiembre (7:00 pm ET - MLS Season Pass).
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