El mapa demográfico del país de las barras y las estrellas va cambiando a paso firme y las graderías de la MLS son prueba de ello. Un ejemplo claro está en Carolina del Norte.
En los últimos años, las tribunas de los estadios del sureste de Estados Unidos han comenzado a latir con un ritmo distinto: cánticos en español, banderas ondeando con orgullo y bombos marcando el compás de una pasión que no entiende de fronteras.
En medio de la algarabía, un gigantesco sombrero que nos recuerda a ‘Pique’, la mascota del Mundial de México 86, se roba las miradas.
“Me conocen como el ‘Sombrero Man’, todo el tiempo que voy a los partidos de Charlotte FC, trato de llevármelo, es como un amuleto de la buena suerte, no he faltado a ningún juego sin él”, asegura Héctor Cortez, miembro de Royal Family, el colectivo de hinchadas que marca la pauta en las graderías del Bank of America Stadium.
Cortez, con una estatura de 2 metros, jamás pasa desapercibido, pues su sombrero de ala ancha pintado de azul, blanco y negro es ahora un símbolo que todos reconocen, incluso el propio magnate propietario del CFC, David Tepper.
“Me vio con el sombrero, nos saludamos y le dije que si se lo quería poner, y me dio su gorra, se puso el sombrero y se fue caminando, celebrando y bien emocionado, fue un momento muy emotivo”, comenta Cortez recordando uno de esos primeros partidos del club en casa.
En su debut como local, el 5 de marzo de 2022, Charlotte FC se enfrentó al LA Galaxy del entonces capitán Javier 'Chicharito' Hernández, en un partido histórico que marcó un récord de asistencia con 74.479 personas. Detrás de ese momento estuvo Tepper, también propietario de la franquicia de NFL Carolina Panthers, y quien desde 2019 impulsó la propuesta de expansión para llevar una franquicia de la MLS a Charlotte. Para ello, adaptó el estadio de las panteras y lo transformó en un escenario compartido, donde hoy la tribuna vibra tanto con touchdowns como con goles cantados en español.

Un día en el estadio con Sombrero Man
El Bank of America Stadium cambia de piel cada vez que juega Charlotte FC, ese día se pinta de azul y negro, los tambores retumban y la ciudad entera se convierte en una fiesta futbolera.
“Empezamos a hacer el Poznan, que es un baile que se ha vuelto muy popular, y es que antes de empezar el juego, todos los fanáticos en el estadio le damos la espalda a la cancha y empezamos a brincar. Lo hacemos todos en conjunto al ritmo de ‘Pepas’, la canción de Farruko, y es algo que llena de energía a todo el estadio”, comenta Sombrero Man.
Cortés, originario de Guadalajara, es maestro en la York Prep Academy durante la semana, donde sus alumnos lo conocen como “Mr. C”. Pero cuando llega el sábado, cambia el pizarrón por el megáfono y se transforma en el ‘capo’ que lidera la sección East Goal, un grupo de unos 3000 aficionados que cantan al unísono un repertorio cargado de herencia hispana.
“Tratamos de imitar la mayoría de los cánticos que hay ya en otras barras o en otros equipos de Sudamérica, Centroamérica o México, le ponemos nada más las letras o palabras que nos identifiquen como equipo. Uno de estos fue la canción de Juan Gabriel ‘Así fue’, tratamos de hacerlo bilingüe para que se pueda meter toda la gente en la energía y descontrolarse” comenta Cortez, quien hace parte de Blue Furia y Mint City Collective dos grupos del colectivo oficial de fanáticos del CFC.
“Nos reunimos todos los martes con la barra de Blue Furia, que somos los que estamos tocando la mayoría de los instrumentos, en un estacionamiento cerca del estadio y empezamos a practicar, tocar nuevos ritmos: tenemos trompeta, trombón, los tambores, el repique y ahí entre todos nos juntamos y empezamos a agarrar ritmos”, dice.
Las jornadas van más allá de los 90 minutos cargando tambores que sobrepasan las 40 libras, Sombrero Man confiesa que lo mejor puede suceder después, si ganan en casa coronan al jugador del partido, es todo un ritual digno de reyes en la nueva nobleza futbolera que se asienta en Charlotte.
“En un juego contra Philadelphia Union, Dani Ríos marcó 4 goles, entonces se le considera como un Hat-trick, yo le puse la corona a Dani, él subió al trono y empezó a celebrar y en eso me gritó que le diera el sombrero en medio de la celebración. Entonces yo subí los escalones, le di el sombrero, él me dio la corona y en el intercambio, muchos fotógrafos tomaron fotos y una de esas se hizo famosa porque ahora es parte de la compañía de Topps, la que hace tarjetas de intercambio de jugadores, y salgo en esa fotografía con él”, comenta.
Con el CFC hasta ‘La Muerte’
Ese tipo de anécdotas curiosas trascienden lo que ocurre en las tribunas; son reflejo de una transformación más profunda que ha cobrado forma en Carolina del Norte. Según datos del censo, entre 2020 y 2024, la población del estado superó los 11 millones, impulsada en gran parte por un crecimiento del 18% en la comunidad hispana, más de cuatro veces la tasa de crecimiento de otros grupos demográficos.
Este cambio no solo ha redefinido el mapa cultural y demográfico del estado, sino que además ha sido un parteaguas en la historia de la afición local, que se viste con personajes pintorescos como “La Muerte”, un héroe enmascarado en las graderías que evoca a las catrinas mexicanas, figuras esqueléticas elegantemente vestidas que simbolizan una visión festiva y satírica de los que ya no están.
“He ido a 124 partidos vestido de ‘La Muerte’ para apoyar a Charlotte FC, no solamente en casa, sino también fuera de la ciudad”, asegura orgulloso ‘Chico’ Pérez, el hombre detrás del icónico personaje que además viste un traje de charro mexicano bordado con las insignias del club.

Pérez, originario de Michoacán —cuna de la tradicional celebración del Día de Muertos—, ha sido durante años un embajador de su cultura y un ferviente promotor del buen fútbol de ‘El Tri’ durante sus giras internacionales.
“En diciembre de 2018 fue la primera vez que me contactó la gente de David Tepper… en enero de 2019 hicimos la primera reunión y hablamos con la gente de allí y se comentó cómo podíamos traer más hispanos o latinos al estadio. También, en ese momento venía la Selección Mexicana, y como yo dirijo la porra de aquí de Salisbury, The Pancho Villa’s Army, nos dieron la oportunidad de meter tifos, banderas, tambores y pudimos enseñarles como era una porra latina en las gradas en un estadio de NFL”.
Las mismas gradas donde flechó el corazón de su hoy esposa Cami Fernández, una hincha colombiana del CFC, quien a pesar de la máscara, confesó que fue amor a primera vista.
“Lo que me llamó la atención de ‘La Muerte’ es su forma tan original y auténtica en la que él representa a todos los latinos dentro del estadio cuando vamos al partido y en las previas de los partidos cuando marchamos. La pasión por el fútbol, ambos la llevamos en las venas”, dice.
La marcha que menciona Fernández es una especie de ritual de la buena suerte que nace en un estacionamiento vecino al estadio. Allí, el humo de las parrillas y los diversos acentos latinoamericanos anuncian la fiesta, y la pasión compartida sigue su camino hasta las gradas. Este tipo de conglomeraciones, popularmente conocidas como March to the Stadium, son una tradición creciente en varios equipos de la MLS como FC Cincinnati o los Seattle Sounders, donde las hinchadas caminan juntas hacia el estadio entonando cánticos, ondeando banderas y creando un ambiente festivo previo a los encuentros.
“En las tribunas podemos encontrar banderas de Colombia, gente que lleva su camiseta colombiana, su peluca del Pibe Valderrama… Vemos a niños y adultos con pancartas, escribiéndole a Kerwin Vargas que por favor le dé la camisa pintada con la bandera colombiana”, asegura Fernández, quien junto con su pareja milita en la hinchada Mint City Collective.
Las damas de hierro y la comunidad
Al igual que Fernández, muchas mujeres han hallado en la afición del CFC un refugio y una fuerza colectiva. Algunas se alzan como 'capos', megáfono en mano y firmeza en la voz, desde andamios de metal donde se convierten en verdaderas damas de hierro.
“Me vieron como una guía para ellos y una líder mujer, en estos tiempos, es algo que no es muy reconocido. Tenemos varias mujeres en posiciones de drummers, líderes de sus respectivas barras, siendo líderes de servicio comunitario o haciendo eventos”, asegura Zeidy Méndez, presidente de los Carolina Hooliganz, otro de los grupos oficiales de la afición del CFC.
“Tuve una anécdota muy linda con una pequeña, mi primera vez siendo capo llega ella al lugar donde yo me posiciono para empezar a cantar y ella me dice: ¿Cómo puedo ser como tú?. Lo único que le dije fue que creciera un poco más y que tal vez no sería como yo, sería mejor que yo. Le dije: sigue con esa pasión del fútbol y verás que tú podrás hacer lo mismo”, comenta.
Méndez explica que su liderazgo le ha permitido ser testigo del sentido comunitario en el grupo, resaltando que por lo menos un 75% de las facciones que conforman The Royal Family tienen raíces hispanas.
“Es una hermandad, una de las frases que nos encanta usar es ‘la familia’... Son las barras que componen la Supporters Section de nosotros y que incluyen a los Carolina Hooligans, Mint City Collective, South Charlotte, Blue Furia, Southbound & Crown, QC Royals y al Black Supporters Union”, explica.

Charlotte FC no solo vive la pasión por el balompié desde las tribunas, también la comparte fuera de ellas a través de clínicas de fútbol dirigidas a niños de la comunidad latina; el club abre espacios de aprendizaje y diversión donde el balón es el puente.
“Organizamos soccer clinics con la ayuda de Charlotte FC, con los entrenadores del club, las academias de Charlotte que salen y aportan su tiempo para venir y darles unas clases a los niños de nuestra comunidad que se registran”, señala.
Muchos de estos semilleros amateurs reciben a niños desde los 6 años, que sueñan con algún día defender los colores de Charlotte FC en el estadio, mientras las familias de estos pequeños se anotan victorias en las calles.
“También repartimos comida, hicimos un evento de Back to School donde se pudieron ayudar a más de 1000 personas y pues nos enfocamos, como barra latina que somos, en nuestra comunidad, pero en sí la ayuda la ofrecemos a cualquier persona”, recalca Méndez.
All Stars en Charlotte
Sin duda, Charlotte ha sabido ganarse su lugar trascendiendo más allá del deporte, una tierra fértil donde los sueños echan raíces y florecen en forma de goles que no solo cruzan porterías, sino también fronteras.
“Charlotte es una ciudad pequeña donde, aunque tenemos equipos profesionales, no había nada que conectara con la gente inmigrante que vivía aquí. Muchos de ellos, aunque conocían el fútbol americano, a los equipos de básquetbol, no había nada que resaltara el fanatismo del latino hasta que llegó Charlotte FC”, afirma el influencer Javier Morales ‘QC Javi’, uno de los fanáticos más populares del CFC, con miles de seguidores, quien ha acompañado a ‘La Corona’ desde sus inicios.
Charlotte ha sido elegida como la próxima sede del MLS All-Star Game en 2026; un logro que, no hace mucho, parecía tan lejano como un disparo de media cancha. Pero fue la pasión incansable de sus fanáticos la que sembró el terreno de juego.
“Charlotte está listo y está preparado. Hay mucha gente que antes de tener un equipo de la MLS en la ciudad no seguía la liga, entonces estamos hablando de que hay fanáticos que en los últimos cuatro años han adoptado una cultura donde el All Star Game se vuelve muy importante porque no es solamente para la ciudad, sino para los fanáticos que puedan disfrutar de un evento…donde hay diferentes personalidades, diferentes jugadores que van a venir aquí” afirma QC Javi, reconocido por sus videos dedicados a Charlotte FC y la cultura de los seguidores del equipo de 'la Ciudad Reina'.
La afición de Charlotte asume con orgullo la grata tarea de ser anfitriona de un escenario sin precedentes. Desde ya, se afinan los tambores de celebración y se desempolvan los pasos de Sir Minty, la carismática mascota que este año danza al ritmo de una gesta histórica: 9 victorias consecutivas del CFC, una racha que ya figura como la segunda más larga en la MLS, coronada con un triunfo inolvidable, 3-0 sobre el Inter Miami de Leo Messi.

Dicho sea de paso, el nombre de Sir Minty no es casual, proviene de la palabra en inglés mint, un lugar donde se acuñan monedas. En el siglo XIX, Charlotte tuvo una de las primeras casas de moneda en EE.UU., la Charlotte Mint, y Mint Street, donde está el estadio, lleva ese nombre. Con su capa, corona y su forma esférica, el noble Sir Minty une con humor el pasado dorado, el presente futbolero y el apodo de “Ciudad Reina” de Charlotte, además del estadio, su majestad atiende a eventos comunitarios.
Su personaje es visto como un rey mítico de otro reino futbolero, envuelto en el "Mintyverse", un universo creado por los fans que incluye memes, tifos y réplicas de su capa. Sus jornadas comienzan al mediodía con preparativos y, tras una curiosa “concentración” musical, recorre el estadio saludando a la afición antes de bajar al campo. Si Charlotte gana, celebra ondeando su bandera de triunfo y se despide con un gesto simbólico.
Está comprobado que, junto con Sir Minty, Charlotte tiene todas las estrellas alineadas para brillar, otro claro ejemplo de ello es la frecuente visita del ‘MexTour’, una gira de partidos amistosos de la Selección Mexicana que ha convertido al Bank of America Stadium en un hogar lejos de casa. Fue justamente la presencia constante de “El Tri’ en la ciudad lo que ayudó a consolidar la decisión de Tepper de establecer la franquicia 28 de la MLS aquí, al ser testigo del gran número de aficionados que llegaron a romper récords de asistencia en ese estadio.
Un innegable sentido de pertenencia se extiende incluso más allá de las fronteras, como lo explica QC Javi, quien ha documentado la evolución del club desde sus redes sociales, recordando una de sus locuras más virales: viajar 24 horas seguidas solo para alentar al equipo. “Llegué a Toronto, me subí en un tren, arribé al estadio, vi el partido, creé mi contenido, me regresé al tren, me fui al aeropuerto y volví a Charlotte el mismo día”, relata entre risas. Una travesía que resume lo que significa ser parte de esta comunidad: estar presente.
Charlotte no solo ha construido una franquicia, ha construido una familia. Una hinchada que canta, baila, viaja y sueña en grande. Y ahora, con los reflectores del mundo apuntando hacia ella, la ciudad está lista para mostrar que su pasión no tiene fronteras… y su historia apenas comienza.
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